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miércoles, 15 de junio de 2011

SEISCIENTOS AÑOS DE LA PRESENCIA DE SAN VICENTE FERRER EN CIUDAD REAL



Nace en Valencia el 23 de enero de 1350 y fallece el 5 de abril de 1419 en Vannes (Francia). Era un eclesiástico y escritor español. Ingresó en los dominicos y, tras estudiar en Barcelona, Lérida y Toulouse, recibió las sagradas órdenes en 1378. Escaló posiciones en la jerarquía de la Orden hasta ser nombrado predicador general de la misma en 1389. Su defensa del pontífice aviñonés Clemente VII le otorgó el favor de su sucesor, Benedicto XIII, que le llamó a la corte papal y lo nombró su confesor. Desempeñó un importante papel en la resolución de conflictos dinásticos y religiosos, como el compromiso de Caspe o el cisma de Occidente. Abandonó en parte la vertiente política de sus actividades para concentrarse en su labor apostólica. Cimentó su prestigio como orador a lo largo de numerosos viajes por Cataluña, Castilla, Galicia, Francia e Italia y, según las crónicas, logró conversiones en masa de judíos y sarracenos. Sus peregrinaciones eran seguidas por un numeroso grupo de conversos, penitentes y cronistas a los que se debe el registro de parte de sus sermones, que han gozado de numerosas ediciones. Fue canonizado por el papa Calixto III en 1455, si bien la bula la firmaría su sucesor Pío II en octubre de 1458.

Este santo dominico realizó una campaña de predicación castellana iniciada en el Reino de Murcia en enero de 1411 y que terminaría en abril de 1412, cuya colección de sermones recopilados se encuentran en el Códice del Corpus Christi de Valencia, en el cual aparecen los sermones de este santo en su visita a la entonces Villa Real, actual Ciudad Real (desde 1420 gracias a Juan II).

Ciudad Real, fundación de la corona en medio del señorío de Calatrava, tenía en el Edad Media un pujante comercio controlado por los mercaderes judíos, lo que hacía que la aljama hebrea fuera muy pujante. La Inquisición medieval interviene activamente en Ciudad Real y el número de conversos del judaísmo al cristianismo es considerable.

San Vicente Ferrer llegaría a Villa Real el 12 junio de 1411 procedente de Alcaraz (Albacete), estando seguro en nuestra ciudad el día 14 de junio y permaneciendo en ella hasta su marcha a Toledo, cuya entrada se produciría el día 30 de junio después de haber comido en Nambroca. Cuando el dominico llega a Villa Real, actual Ciudad Real, la villa se halla inmersa en luchas entre cristianos y judíos, entre cristianos nuevos y cristianos viejos y entre caballeros y calatravos y los de realengo. La presencia de los caballeros de la Orden de Calatrava, agentes colonizadores y defensivos, claves en el proceso de institucionalización, colaboradores eficaces de la corona que someten a la población y contribuyen a la consolidación del Reino es, más que en ningún otro caso, coactiva.

El santo entraría en nuestra ciudad de forma parecida a como lo hizo en Toledo: “E entró encima de un pobre asno e [con] un sombrero pobre de palma en la cabeça, e santiguando e bendeziendo a unos e a otros. E todos nosotros asaz avíamos que fazer en defender que los omes e mugieres non llegasen a él a le besar las manos e ropas. E delante dél venían en proçesión fasta trezientos omes vestidos de pardo de su compañía e fasta dozientas mugieres, todas faziendo muchas oraçiones” [1].
Según el que fuera cronista de nuestra ciudad, Julián Alonso Rodríguez, en un artículo publicado en el diario Lanza bajo el titulo “El milagro de la calle Pedrera”, el santo fue recibido por el clero parroquial, comunidades religiosas, el Tribunal de la Santa Hermandad y multitud de ciudadanos en la Puerta de Granada. El santo venía acompañado de una compañía de disciplinantes que practicaban la disciplina o autoflagelación pública, apareciendo en la Península Ibérica de la mano de San Vicente Ferrer en sus campañas de predicación de 1411-1412. Se hospedaría durante su estancia en el convento que los Dominicos tenían en nuestra ciudad, que estaba levantado en la antigua Sinagoga Mayor, donada el 29 de enero de 1399 por el tesorero real Juan Rodríguez de Villarreal al prior sevillano del convento de San Pablo, Fr. García de Sevilla, para levantar un monasterio de frailes predicadores cuya iglesia estaba bajo la advocación de San Juan Bautista.


San Vicente Ferrer predicando (Bartolomeo degli Erri, Ashmolean Museum, Oxford)
San Vicente Ferrer predicando en el frontis de la iglesia de Santa Eufrasia en Verona. Anuncia la segunda venida de Cristo, quien aparece sobre él. Las autoridades municipales solían prepararle escenarios en las plazas para que pudiese acoger a tanta gente que acudía a escuchar sus sermones. Su público eran gentes de toda condición social, nobles, ricos, pobres, religiosos, etc.

Comenzaría su predicación el día 13 de junio y en sus sermones, que están recogidos en el ya citado Códice del Corpus Christi de Valencia, se observa que de nuevo inciden en sus temas habituales: la penitencia, la renovación de costumbres civiles y religiosas, el regimiento de las ciudades, la predestinación, el Juicio Final, la propaganda antijudía, la pobreza, etc. El mensaje es directo, dirigido y adaptado a la consecución de unos fines (la renovación de los colectivos sociales) y el predicador se ciñe pero no se pliega a las exigencias de la retórica civil o literaria más apegada a la formalidad del discurso. Y esto es notable en todas las etapas de la campaña homilética.

En los sermones pronunciados en Ciudad Real, fray Vicente, arremete contra la conducta violenta y los desmanes de los caballeros calatravos, los súbditos traidores del rey y, en relación con los derechos señoriales, menciona la preeminencia del señor y condena el derecho de pernada:

«… vel scutifer nolens portare vel ´alcavotejare´ mulierem domino suo»

Pero también, una vez que inicia el camino hacia Toledo, se refiere a la falsedad:

• de los que acuden a las órdenes religiosas, militares, o a su propia compañía, en busca de manutención abandonando sus obligaciones en el mundo, en clara alusión a la conducta desviada de los clérigos en general.

• de la acuñación de moneda, en clara alusión a los problemas generados ya en el reinado de Enrique II, con el bimetalismo, las devaluaciones y la inflación.

• y del fraude en el pago de las alcabalas, impuesto que la Casa Trastámara está generalizando y que supone que los cobradores y arrendadores judíos dejan de ser necesarios.

«Et istam civitatem paradisi, cum modico precio potestis mercare si vultis, scilicet per decem florenos boni ponderis et monete, non false… Et ista villa mercatur per tres denarios ´llanos´scilicet …»

«Et dabo vobis exemplum, ut positis intelligere, nam moneta que est coperta de auro et facit bonum sonum et intra est de matallo non dicitur vera moneta, sed ficta.»

«Et modo hic veniunt tres questiones quesite a me. Ptima: An qui defrauidat alcabalam peccet? Et dico quod tria furta committit: primo furatur a emptore, nam sibi vendit magis ratione alcabale, quam debet solvere. Item, furatur a principe. Item tertio, furatur a Deo, scilicet suam animam per peccatum, nam Dei sunt omnes anime, ut habetur Gen 14, 21: ´Da mihi animas, cetera tolle tibi.´ Et quod peccet qui defraudat alcabalam, vel alia iura principis, probatur, ut habetur Mt 22, 21: ´Reddite que sunt Cesaris, cesari; que sunt Dei, Deo»

Vida de San Vicente Ferrer (Miquel Pérez, Grabado, 1566, Valencia)

De nuevo el contenido del discurso se adapta a la audiencia aunque ahora el predicador dominico se presenta investido de la autoridad que le proporciona el aval de la Corona.

Nos dicen los historiadores locales, recogiendo la tradición oral, que ante la cantidad de ciudadrealeños que querían oír al dominico predicar, los templos que había en la ciudad no tenían capacidad para albergar a tantas personas y que por ese motivo predicó al aire libre en la calle de la Mata, frente al convento dominico, en un balcón de “la familia de los Señores Cabeza de Vaca y formó parte después del vínculo de los Torres, situada frente al solar que ocupó el Convento de Santo Domingo con vistas a la calle de la Mata y á la de Caldereros”[2].
El programa de un día completo en un pueblo o ciudad de San Vicente Ferrer y su compañía se terminaba con una procesión de penitencia por el pueblo en la que sus participantes practicaban la autodisciplina o se autoflagelaban. Así lo testifica el mismo santo cuando comenta en algunas ocasiones sus propias experiencias durante la procesión de penitencia. Las cadenas, los látigos y otros objetos de castigo ocupaban el escenario cuando caía la tarde y la sangre derramada provocaba la contrición tan buscada por el dominico.

La fama de realizar milagros de fray Vicente le acompañó toda su vida y Julián Alonso, en su artículo ya referido, hace mención a uno que se realizó en nuestra ciudad mientras predicaba: “Se saca un lienzo de la manga y dice: seguid este pañuelo y donde pare entrar a socorrer a quien encontréis allí. Voló el pañuelo por los aires y, siguiendo la calle Caballeros llegó a la de la Pedrera para pararse en la puerta de una casa de esta calle. Entran y rompen la puerta de la cocina y hallan un desgraciado con cordeles en la mano para ahorcar a su mujer. Evitan la desgracia. El pañuelo volvió por la misma vía a manos del santo Apóstol”.

Por los lugares por donde pasó y predicó fray Vicente, fueron numerosas las cofradías y hermandades que se fundaron. En Ciudad Real en el siglo XVI existía en el convento de los dominicos la Hermandad de la Vera Cruz, que posiblemente se fundara tras la visita de fray Vicente, cuyos miembros de reunieron el 12 de octubre de 1562 en la sala capitular del Convento de Santo Domingo con la comunidad de frailes para la cesión por parte de los dominicos de unos terrenos del convento para construir una capilla y una sala para la hermandad. Procesionaba la noche del Jueves Santo.

Nos cuenta también Julián Alonso que, terminada la misión de fray Vicente en Ciudad Real, marchó por la Puerta de Toledo hacia la ciudad imperial.

Seiscientos años se cumplen en este mes de junio de la visita de San Vicente Ferrer a nuestra ciudad, que mantiene en su callejero un recuerdo a este santo dominico con el Pasaje San Vicente Ferrer, en la zona del Torreón del Alcázar y cerca de la calle de la Mata, posiblemente el precursor en nuestra ciudad de las hermandades de penitencia.

[1] Pedro M. CÁTEDRA. "La predicación castellana de San Vicente Ferrer" Apéndice 1: Relación a don Fernando de Antequera de la predicación toledana de San Vicente Ferrer, en Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 39 (1983-1984), pp. 235-309.

[2]Delgado Merchán. “Historia Documentada de Ciudad Real”. Ciudad Real 1907, página 149.

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