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domingo, 23 de febrero de 2014

EL NUEVO CARDENAL ESPAÑOL Y SU PENSAMIENTO SOBRE LA LAS COFRADÍAS Y HERMANDADES



El papa Francisco ha celebrado este fin de semana el primer consistorio de su pontificado en el que nombró en solemne ceremonia a 19 cardenales, con la presencia excepcional del papa emérito Benedicto XVI, un hecho histórico ya que es la primera vez se encuentran dos pontífices en un acto público.

Entre los recién nombrado cardenales, se encuentra el español D. Fernando Sebastián Aguilar. Misionero claretiano desde 1946, sacerdote desde 1953 y obispo desde 1979, don Fernando Sebastián Aguilar es doctor en Teología. Fue profesor, decano y rector en la Universidad Pontificia de Salamanca, de la que fue también gran canciller y medalla de oro.

Fue obispo de León de 1979 a 1983. Arzobispo coadjutor de Granada de 1988 a 1993 y arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela de 1993 a 2007. Fue vicepresidente de la CEE de 1993 a 1999 y de 2002 a 2005. Nació en Calatayud (diócesis de Tarazona y provincia de Zaragoza) el 14 de diciembre de 1929 y actualmente reside en Málaga.

D. Fernando Aguilar es un defensor de las cofradías y hermandades y una vez más lo volvió a demostrar el pasado 14 de enero durante una rueda de prensa que ofreció en Málaga donde habló de todos los temas de actualidad y de manera clara. Señaló que, durante su mandato en Málaga, tuvo bastante relación con las cofradías y recordó que había "mucho progresismo barato por ahí suelto. Algunos sacerdotes y fieles me hablaban contra las cofradías. Yo les dije: vergüenza os tenía que dar que yo siendo de Aragón tenga que defender a las cofradías contra vosotros".

Sebastián, de 82 años, explicó que las hermandades tienen su historia y sus características y las definió como una asociación de fieles vinculados a la Iglesia "por su devoción a una imagen, a un santo, a una advocación de la Virgen María, con una gran tradición familiar, generalmente y una profundidad de sentimientos que he visto".

El nuevo cardenal, que juró su cargo ayer en Roma, recordó momentos vividos donde vio a "gente llorar, levantar a los niños y santiguarse al pasar los tronos por la calle. Todo eso tiene un valor que hay que respetar y defender". No dudó en apuntar la falta de complementos, como la formación y sensibilidad, pero que no son motivos para rechazar "lo que existe sino para comprometernos todos, los obispos, sacerdotes, responsables de las cofradías en enriquecer y movilizar un poco esa piedad, esas costumbres, esa manera de entender el cristianismo".


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