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sábado, 27 de septiembre de 2014

LUGARES MISTERIOSOS DE CIUDAD REAL. LA ATALAYA (I)


Entrada al Parque Forestal de la Atalaya 

Un lugar marcado por una tragedia es el escenario de extraños sucesos y leyendas muy conocidas entre la gente de Ciudad Real. Apariciones de una dama fantasmal en una curva, un extraño psiquiátrico abandonado en una colina donde según los testigos suceden fenómenos extraños, apariciones de luces en el cielo y extrañas neblinas que envuelven el lugar son solo unos cuantos sucesos en la Atalaya, un lugar a las afueras de la ciudad. Y lo que está usted a punto de leer, son una serie de sucesos que tal vez marcaron el lugar. Y una serie de hechos que tal vez tengan que ver por la situación en un lugar marcado por la tragedia, por el dolor.

Fotografía de los hechos, publicada en Lanza

“Un policía, presunto autor de la muerte de dos jóvenes en La Atalaya”.

Aquel era el titular de la portada del periódico Lanza del miércoles 22 de abril de 1987. Y continuaba de la siguiente forma:

Tres muertos por arma de fuego, una pareja de novios y un miembro de la Escala Básica de la Policía, es el balance de un suceso ocurrido en la noche del lunes al martes en las inmediaciones del repetidor de TV situado en el cerro de La Atalaya de nuestra capital.

María del Mar Perales Serrano y Alfredo Lozano Galbán fueron víctimas aquella fatídica noche de 20 de abril. Isidro Mejías, de 33 años, casado y padre de dos hijos fue el que causó su muerte. María del Mar y Alfredo eran una joven pareja, que acudió a La Atalaya aquella misma tarde, para pasar el día y volver ese mismo día. Sin embargo su regreso a casa nunca sucedió. A las dos de la madrugada, Isidro Mejías llegó al lugar de los hechos, se puso delante del Citroën Visa de Alfredo, y descargó su pistola contra la pareja.

María del Mar presentaba un disparo en la muñeca, otro en la mano y dos más en el pecho, mientras que Alfredo presentaba un orificio de bala en el ojo y otro en el cuello. Los seguros de las puertas del coche estaban cerrados, lo que nos lleva a la conclusión de que nada sucedió de repente. Ellos, asustados, vieron lo que iba a suceder, y se encerraron en el coche. El policía, tras matar a los dos jóvenes, se metió en su coche, cerró la puerta y se pegó un tiro en la sien, acabando con su vida, y llevándose para siempre el secreto, ¿por qué lo hizo?

Fotografía del entierro publicada en Lanza

Las hipótesis más barajadas fueron la del crimen pasional, y la de una intención previa de suicidio. Ambas quedaron casi descartadas por las razones que doy ahora mismo. Isidro Mejías estaba casado, era padre de dos hijos y todos sus conocidos aseguraron que se le veía muy feliz con su mujer, que siempre iba con ella a todas partes y era un hombre aparentemente fiel. ¿Por qué iba a tener un momento de pasión con aquella chica, e iba a matarla posteriormente junto a su novio por un ataque de celos? Ya no solo por la parte de Isidro sino también por la de María del Mar. Su madre aseguró que ella y Alfredo se querían mucho, pasaban el mayor tiempo juntos y cuando no podían, se tiraban horas hablando por teléfono. Cuando Alfredo llegaba a casa, preguntaba si había llamado María del Mar. ¿Qué iba a hacerles desquebrajar así sus relaciones? Los padres de las dos víctimas, aseguraron no conocer a aquel policía.

La otra posibilidad que se baraja tiene una parte demostrada. El policía quiso suicidarse. De hecho dejó en su casa una nota a su suegra, pidiéndole que fuera a recoger a su esposa y a sus hijos, que venían de Badajoz ese mismo día a las 20.15. Isidro dejó la nota, acudió al cuartel, recogió su arma personal y subió al cerro de La Atalaya. Allí, en un intento de acabar con su frustración (esa frustración no tiene explicación a día de hoy) disparó hacia todas partes, con tan mala suerte, que dio a los dos jóvenes.

Sin embargo, hay varias cuestiones que también descartan esta parte de la teoría. No la del suicidio planeado, pues eso está prácticamente demostrado, sino la teoría de que se puso a pegar tiros a diestro y siniestro solo por acabar con esa frustración. Primero, todas las balas dieron a los jóvenes, con una precisión bastante curiosa.

Si nos fijamos, los disparos iban apuntados hacia la cara. Por eso las balas en la muñeca y mano de Maria del Mar. Tal vez trató de taparse la cara, en un instinto totalmente humano. Segundo, los jóvenes tenían los seguros puestos, sabían que algo malo sucedía. Por tanto.. ¿Cuál fue la causa que llevó a Isidro Mejías a subir hasta allí, matar a la pareja de novios y posteriormente acabar con su vida?. En la actualidad una especie de placa descansa en la zona del asesinato, en memoria de las muertes sucedidas aquella terrible noche.

Fotografía actual del lugar donde se produjeron los hechos aquí relatados

El antiguo sanatorio de tuberculosos, posterior hospital psiquiátrico.

Es un edificio tenebroso, siempre lo he dicho. Si alguna vez se me ocurre rodar una película de terror, sin duda ese sería el escenario. Se construyó con la principal función de sanatorio para tuberculosos. Por ello su situación en una colina, donde daba bastante el sol, y rodeado de árboles y bosques. En su momento seguramente fue un lugar casi lujoso. Sin embargo, al poco de ponerse en funcionamiento el sanatorio, la tuberculosis comienza a erradicar, por lo que en cuestión de meses, el lugar cierra sus puertas. Como curiosidad, decir que el autor (y colaborador del CSIC en aquel momento) Luis Martín-Santos trabajó en el lugar, con conocimientos médicos bastante notables.

Poco después, decide dársele uso al lugar, y se abre como hospital psiquiátrico infantil, teniendo más pacientes. Se crea un campo de fútbol, piscina, columpios. Sin embargo, el edificio era bien grande para los pocos pacientes que albergaba. La segunda planta solía permanecer cerrada. Entonces, se habilita y se abre no solo para niños, sino también para adultos. Allá por 1980. Ya en aquel momento comienza la “leyenda”, pues aseguran que la gente que pasaba por allí, podía escuchar los gritos de los pacientes. Y comienza a extenderse el rumor de que los pacientes son maltratados. Se trata, por supuesto, de elucubraciones, de leyendas y habladurías.

Debemos decir que el lugar fue bien prestigioso. Conrado Carretero, director del centro en aquella época era un hombre bueno y respetado por todos, según asegura la mayoría de las personas que lo conocieron. Pero la negrura que siempre acompañó a la historia de este edificio, hace que de nuevo tenga que ser cerrado, por falta de pacientes. Algunos aseguran que fue debido a una mala situación del edificio, y otros que se debió a diversas desgracias en el interior. El caso es que quedó cerrado, y así ha permanecido hasta el día de hoy. Según me aseguraba mucha gente, las camas seguían en las habitaciones, y las salas acolchadas estaban intactas.

Pude comprobar, hace ahora un mes, que no mentían. Una noche, linterna en mano, nos adentramos en el edificio…

El desaparecido Sanatorio de la Atalaya 

¿Yo estuve allí?

Fue la madrugada del 28 al 29 de abril, sobre la 1.30 de la madrugada. Reconozco que el edificio, a esas horas, impresiona más que bastante. Doblamos la curva (también con leyenda, como veremos más adelante) y cruzamos la oxidada verja del viejo sanatorio. Estábamos dentro. No existe puerta de entrada, tan solo un hueco cargado de oscuridad semi-iluminada por el haz de luz de la linterna. La primera planta (donde debía estar la recepción) estaba llena de escombros. Además, el techo en algunos lugares parecía a punto de venirse abajo.

El ascensor de la primera planta era el único que conservaba la típica puerta de metal verde, pues en los pisos superiores donde en aquel tiempo hubo ascensores, ahora solo había huecos. Las escaleras no tienen pasamanos, por lo que también se convierten en un peligro a altas horas de la noche. He de decir que el lugar es terrible. No porque suceda nada paranormal, sino por las sensaciones que provoca en uno mismo, tal vez por la sugestión. Pensar que aquel lugar estuvo habitado siempre por enfermos, por algunas personas, de las cuales probablemente algunas, murieron allí tras años de lucha desesperada por curar su enfermedad. No sé por qué, pero el ambiente está cargado.

Solo el hecho de ver las habitaciones, los largos y angostos pasillos, sumidos en total silencio y oscuridad? impresiona. Sin embargo el lugar donde todos estuvimos más impactados fue en la capilla, en el primer piso. Es un lugar amplio, que ahora tiene el aspecto de una nave industrial con una especie de altar al fondo, y donde recién empalada en un hierro de una pared, yacía una paloma movida por el viento. Allí, el aquel lugar, es donde habían tenido lugar la mayoría de experiencias ouija según me habían contado.

Otra vista del desaparecido sanatorio 

Y cuando íbamos a entrar a una sala contigua de la capilla, decenas de palomas echaron a volar asustadas por la luz de la linterna, causándonos un susto tremendo (y que obviamente, se transformó en risas nerviosas). El viento entraba por todas partes, pues las ventanas no tenían cristales, estaban ya destrozados. Se escuchaban, además, pasos de animales por el techo, parecía que este iba a venirse abajo. Recuerdo además los cuerpos de palomas degollados limpiamente, casi con la precisión de un bisturí o una navaja. Seguramente no se trate de ritos satánicos ni de nada por el estilo, sino de la gente que pulula por el edificio, con botellas de cerveza y cartones de vino en la mano.

El lugar ya no tenía camas, ni muebles (aunque en el momento del abandono si los tuvo, pero hubo gente que arrasó con ellos), pero las salas acolchadas seguían casi intactas. Pudimos encontrar incluso ruedecillas probablemente pertenecientes a alguna camilla. En las paredes, había todo tipo de pintadas. Pero las más macabras, raras y dignas de recordar son la de un niño, con la mano cortada y echando sangre a chorros por el corte, otra que decía: “Aquí se mata a las 2.30″, otra “Muerto no te preocupes, tu tranquilo” o “El que entra aquí no sale”. Afortunadamente, yo sí salí.



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