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jueves, 23 de octubre de 2014

LA ESFINGE DE ALARCOS CON ROSTRO DESPUÉS DE 2500 AÑOS



Las 1ª Jornadas de Historia de Ciudad Real (9ª que organiza la “Biblioteca Oretana”) que con el epígrafe “Alarcos y su contexto histórico”, se iniciaron ayer en el Museo Municipal López Villaseñor,  nos mostrará en la última conferencia que pronunciara mañana viernes, José Gonzalez Ortiz, sobre “Alarcos, la ciudad fantasma, sus divinidades y vírgenes peregrinas”, a la “desconocida” y “reinventada” para la ocasión Esfinge ibérica de Alarcos, depositada en el Museo Provincial de Ciudad Real, a la que le falta desde su hallazgo la cabeza y rostro y que para esta ocasión(como se hace con otras piezas arqueológicas a las que se le incorporan idealmente elementos destruidos ó perdidos), se le ha reconstruido imaginariamente la cabeza y rostro.

La esfinge de Alarcos fue hallada por el antiguo santero mientras araba al pie del cerro. Labrada en piedra caliza, presenta diferentes deterioros entre ellos la falta de la cabeza y rostro, por detrás conserva el resto metálico de una sustentación de hierro tipo argolla para ser fijada a una pequeña construcción del que formaría parte visible y estética. La misteriosa esfinge de Alarcos es una de las piezas más representativa y llamativa del poblamiento ibérico y única en el territorio provincial. De acentuado significado religioso, está formada por un cuerpo de león, alas de ave y cabeza humana (que falta en el original como se ha referido) ¡posiblemente femenina! Las esfinges en la protohistoria aparecidas en el territorio peninsular, eran –además de otros cometidos- consideradas como protectoras místicas y cuidadoras de las moradas de los difuntos. Fueron consideradas un símbolo funerario.

La Esfinge de Alarcos ha sido fechada entre finales del siglo VI y 2ª mitad del siglo V a. d. C. Han trascurrido algo más de 2500 años desde entonces y ahora, como he referido, idealizada y por primera vez, a través de una representación grafica, se le ha incorporado el rostro imaginado que le faltaba. Las Esfinges protegían cadáveres incinerados, guardados en urnas en espacios fúnebres, así como algunas de sus pertenencias y su función era apotropaica (del griego), mecanismo de defensa para alejar el mal, infundir miedo y así proteger de una acción mágica maligna al incinerado, por otro lado tenían también la función psicopompo (del griego) que era la de transportar el alma del difunto al más allá, de ahí las alas para dar idea de vuelo, viaje, desplazamiento, todo en un cuerpo generalmente de león. 


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