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martes, 2 de junio de 2015

DESDE 1860 EL AYUNTAMIENTO DE CIUDAD REAL ES EL NUEVO DEPOSITARIO Y CONSERVADOR DEL HISTÓRICO Y ARTÍSTICO SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE ALARCOS


La ermita de Alarcos a principios del siglo XX

A mediados del siglo XIX la ermita de Nuestra Señora de Alarcos estaba muy abandonada: por entonces “sólo quedaba la iglesia y una casita para el santero” (Madoz/1846); y conforme transcurría el tiempo aumentaba su deterioro, llegando hasta el extremo de que en la década de los años cincuenta el sagrado templo presentaba un estado lamentable y ruinoso: “Paredes destruidas, techos arruinados, montones de piedras, maleza, animales inmundos… y sobre un trono de escombros la venerada imagen de la reina de los Cielos, aquella ante la cual habían doblado su rodilla los más ilustres monarcas”. Así describía la Comisión  de Monumentos “el estado” de este histórico santuario (1).

El estado de desidia y ruina de la ermita de Nuestra Señora de Alarcos lo ratificaba don Andrés García Ron, cura-párroco del templo de San Pedro, cuando pronunció el solemne “Sermón a la Madre Virgen  de Nta. Sra. De Alarcos” en la fiesta del día 28 de Mayo de 1860; decía: “Y aquí es, en fin, donde los habitantes de la comarca alegando mil veces con festivos acentos los áridos riscos, devolviendo sus amores a la Madre de Jesús. Mas que desgracia! Estos cultos nunca antes interrumpidos a través de los tiempos, fracasaron en nuestra época, por haberse pronunciado en ruina este Santuario. Sus bóvedas se partieron, sus techos comenzaron a hundirse, sus puertas se desplomaron, sus lámparas ya no ardían, y los cánticos y el Sacrificio se habían retirado de la presencia de sus altares… Más todavía: avanzó el peligro hasta la capilla misma del Santuario; llegó el caso extremo de ser urgente la trasladación de la adorable imagen…

AÑO 1859

Después de ser nombrado don Enrique de Cisneros y Nuevas, nuevo Gobernador y Alcalde-Corregidor de Ciudad Real, durante este mismo año numerosas y trascendentales fueron las reformas que se proyectaron y se ejecutaron en nuestra Ciudad: La fundación del Hospicio, mejoras de calles, paseos y plaza Mayor (v. Libros Capitulares) ; y también, desde luego, el santuario de Nuestra Señora de Alarcos sufre una importantísima restauración que termina con el nombramiento de un guarda-santero para su custodia y la entrega de la ermita al Ayuntamiento, una vez acabadas las obras.

En sesión de 24 de Diciembre de 1859, reunidos los señores Díaz, Guijarro, Hidalgo, Enríquez, Zamorano, Vera, Alcázar, Balcázar y Dorado, la Municipalidad da lectura de un oficio del señor Gobernador Civil (de fecha 21 de los corrientes) diciendo haberse dirigido, en su día, a esta Ilustre Corporación con el propósito de “promover y plantear cuantas mejoras le fuera posible, dictando al efecto las disposiciones que han estado al alcance de su autoridad”; añadiendo en el mismo escrito que el Ayuntamiento “se hiciera cargo del respectivo Santuario de Alarcos, en la seguridad de que tanto por las consideraciones expresadas cuanto por otras muchas que omite, no podrá menos de coger con entusiasmo esta idea y el honroso cargo de ser guardador y protector de él; que  por S. Sra. Le será entregado terminadas que sean las obras”; debiéndose nombrar un guarda-santero para su custodia, cuyo sueldo sería de 5 rs. Diarios.

Dibujo del interior de la ermita de Alarcos, publicado en la revista “Mundo Militar” el 5 de agosto de 1860, año de la restauración del santuario

Los meses, semanas y días transcurren sin ningún antecedente de interés acerca de la ermita de Alarcos; terminan las obras de reparación a finales del mes de abril de 1860, habilitándose el nuevo y sagrado templo con fondos provinciales y donativos de los fieles.

Al poco tiempo de acabarse las obras de restauración del histórico y monumental santuario de Nta. Sra. de Alarcos, en sesión de 12 de mayo de 1860 se da cuenta de un nuevo oficio del señor Gobernador Civil (9-3-1960), comunicando a la Municipalidad su satisfacción y el haber acogido “con el mayor entusiasmo el honroso cargo de Depositario del Santuario de Nuestra Señora de Alarcos, para el cual le habían elegido, y que cumpliría con el mayor interés por las consideraciones que se espresaban, daba las gracias por ello”; pero a la vez decía “que restaurado en lo posible el templo de Alarcos, tendrá lugar la ceremonia de entrega el día veinte ocho del actual, en el que también se verificará su inauguración y la fiesta anual, que de antiguo se viene celebrando en ese día y a la que como Voto de ciudad asistió esta Ilustre Corporación, para que por su parte disponga lo que tenga conveniente.

Enterada la misma, la Corporación Municipal, acordó que por los Sres. De la Comisión de Funciones de Iglesia se preparase lo necesario para la que de tener lugar en dicho histórico Santuario en el día citado a la que deberá asistir la orquesta de esta Capital para la celebración de la función, en la que se tocará y cantará una Misa solemne, dándoles por este trabajo la gratificación que corresponda, facilitándoles los carruajes necesarios para su marcha cuyos gastos así como el obsequio que se le haga al orador y demás que concurran se satisfagan con cargo al capítulo once del Presupuesto Municipal aprobado para el corriente año…(2)

Llegado el día tan esperado e histórico a la vez: 28 de Mayo de 1860, don Enrique Cisneros y Nuevas (Gobernador Civil de la Provincia) tras de un elocuente discurso sobre la antigua ciudad de Alarcos, hizo entrega “en nombre de S.M. la Reina al Sr. Enriquez como Presidente de la Municipalidad…, de la llave del templo en señal de nueva posesión que tomó como depositario de todo el  Santuario y de cuantas alhajas y efectos corresponden al mismo”; y adelantándose el Sr. Enriquez de Salamanca a recibirlas le expresa: “Por la Reina y de manos de V.S. tengo la honra de recibir este don tan precioso que el Ilustre Ayuntamiento sabrá conservar con la gloria, honor y cristiandad que él se merece”.

Los actos solemnes: la entrega del santuario de Nuestra Señora de Alarcos al Municipio y la función hecha por el mismo como Voto de Ciudad, empezaron a las seis de la mañana del antedicho día 28 de Mayo con la salida, desde Ciudad Real, de don José Enriquez de Salamanca acompañados de los Concejales: Guijarro, Hidalgo, Isasi, Vera, Dorado, Alcázar, Zamorano y Tomás Herbás (Secretario del Ayuntamiento) con dirección a la histórica y artística ermita de Nuestra Señora de Alarcos “al objeto de que tuviera lugar la solemne función anual que, como voto de Ciudad, se viene celebrando de inmemorial interrumpida por espacio de cinco años, por haberse hundido parte del templo; pero que se renueva ahora, según acuerdo del Municipio de doce del actual. En efecto, llegando al indicado sitio, esperaba en él el Sr. Enrique de Cisneros, Gobernador Civil de esta Provincia y precediendo un elocuente discurso relativo a la historia tanto de la destrucción de la antigua ciudad de Alarcos, de la conservación del templo de María, cuanto de la función de esta Capital, hizo entrega en nombre de S. M. la Reina (Q.D.G.) al señor Enriquez como Presidente de la Municipalidad y a presencia de una considerable y numeroso concurso que la devoción y entusiasmo arrastró a tan religioso acto, de la llave del templo en señal de nueva posesión que tomó como depositario de todo el Santuario y de cuantas alhajas y efectos corresponde al mismo.

Vista del santuario de Alarcos en los años cuarenta del pasado siglo XX

Concluida esta ceremonia se dirigió el Ayuntamiento con el cuerpo provincial y otras muchas personas notables de la población a quien el Ayuntamiento había tenido la consideración de invitar, presidido por el Sr. Gobernador Civil, al templo hermosamente adornado, donde esperaban el clero; se dio principio a la celebración de una solemne misa a tres voces y golpe de Música que ofreció el Sr. D. Pedro Sánchez Ramos; Vicario y como Diácono y subdiácono D. Manuel Mohino y D. José Carrión, y como orador: D. Andrés García Rón, predicador de S.M., Caballero Comendador de la Real Orden de Isabel la Católica, y cura propio de la iglesia Parroquial de S. Pedro Apostol de esta Ciudad.

Terminada la función a las doce de la mañana, a las seis de la tarde se cantó a la Purísima Virgen una solemne salve; y tanto el señor Gobernador, Ilustre Ayuntamiento, cuerpo provincial y convidados se retiraron para esta Capital, acordando el Municipio que por una Comisión del mismo se invitara a la autoridad superior civil y al orador tuvieran la bondad de facilitar una copia literal de sus respectivos discursos, con el objeto de darles a la prensa y que se haga más pública su elocuencia; y por último que el inventario hecho por el segundo Teniente Alcalde don Fernando Guijarro y presente Secretario, en primeros de Abril último, se adiccionen las alajas y efectos que se hayan adquirido hasta el día y en lo sucesivo se adquieran,… Y lo firman sus señorias, de que yo, el Secretario, Certifico”, (3).

Firmado y rubricado por Guijarro, Hidalgo, Enriquez, Isasi, Vera, Dorado, Balcázar, Zamorano y Tomás Herbás (Secretario).

Desde entonces hasta nuestros días el Ayuntamiento de Ciudad Real es depositario y conservador del santuario de Nuestra Señora de Alarcos. Y asimismo los vecinos de Ciudad Real como los de los pueblos, aldeas y caseríos limítrofes al sagrado templo además de los de Miguelturra y Carrión, anualmente, acuden con fervor el segundo día de la Pascua de Pentecostés para celebrar su festividad así como para disfrutar de su hermosa y popular romería.

(1)     Hervás Buendía, Inocente: “Diccionario Histórico-Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la provincia de Ciudad Real”; página 392 de la 3ª edición.
(2)     Archivo Histórico Municipal de Ciudad Real. Caja número 37. Libro Capitular, 44.
(3)     A. H. M. de Ciudad Real. Caja número 37. Libro Capitular, 44; sesión extraordinaria de 28 de Mayo de 1860.


Jorge Sánchez Lillo, revista de la Feria y Fiestas de Ciudad Real del año 1983, páginas 7-9.

Interior de la ermita de Alarcos tras su última restauración


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