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viernes, 15 de septiembre de 2017

EL RITUAL DE LA EXTINGUIDA HERMANDAD DE PAZ Y CARIDAD DE LA PARROQUIA DE SAN PEDRO A LA HORA DE ENTERRAR A LOS CONDENADOS A MUERTE


 
La puerta del Perdón de la Parroquia de San Pedro a principios del siglo XX

En la Parroquia de San Pedro de nuestra ciudad, existió una Hermandad llamada de “Paz y Caridad “, que a lo largo de los siglos se encargó de dar sepultura a los personas que eran condenadas a muerte y ajusticiadas en la cercana cárcel de la Santa Hermandad.

Cuando al preso que se iba  ajusticiar, le era leída la pena de muerte, este entraba en lo que se denominaba “capilla”, que eran las horas anteriores a la ejecución, siendo aislado en una celda, donde era acompañado hasta su ejecución, por los hermanos y sacerdotes de Paz y Caridad. En el momento que se le leía la pena capital, los hermanos de Paz y Caridad, abrían la puerta del Perdón de la Parroquia de San Pedro. El diario “El Pueblo Manchego”, en su número del viernes 12 de febrero de 1915, nos narra así este momento previo a la ejecución del preso, D. Francisco Simarro:

Al propio tiempo que le fue leída al reo la sentencia se procedía a abrir la puerta del Perdón de la Iglesia parroquial de San Pedro, en cuyo umbral se ha levantado el altar del Cristo de los ajusticiados.

Dicho altar está revestido de paños negros, y al pie, sobre un almohadón del mismo color háse colocado la bandeja en la cual va depositando la piedad cristiana su caritativo óbolo para sufragios para el alma de Francisco Simarro.

Las puertas del Perdón eternamente cerradas, dando frente a la cárcel, con sus historias, con sus leyendas, nos hablan de tristes sucesos, de días de luto, de sombras fúnebres. Cada cerrojo es una evocación, cada tabla un recuerdo, una historia.

Esta puerta según tradición solo se abría en los días aciagos de ejecuciones de reos condenados a muerte. Por ella salían los hermanos de la Paz y Caridad, vestidos con sus clásicos sayales, llevando el tradicional Crucifijo que hoy ha sido colocado en el altar instalado en dicha puerta y recorriendo las calles postulaban la moneda generosa del piadoso cristiano que daba para el sufragio del alma del reo, y para socorro de su familia.

La voz del pregonero ya no vocea como antaño. La campanilla de los hermanos de la Caridad guarda silencio. Solo estos conservan sus caritativas tradiciones, hermosas y santas de acompañar al reo”.

 
El Cristo de los ajusticiados llamado popularmente de “los tarugos”, desaparecido en 1936

Tal y como se nos relata en la anterior narración, durante siglos los hermanos de Paz y Caridad, los horas anteriores a la ejecución de los reos, recorrían las calles de Ciudad Real tocando una campanilla y pidiendo limosna para el entierro del preso y socorro de la familia de este. Otros se dedicaban a acompañarlo en su celda, donde le servían leche y café y le preparaban a bien morir. Por la mañana bien temprano, a las cinco de la madrugada, era acompañado a la celebración de la Santa Misa y al término de esta y cuando en la torre de San Pedro sonaban las campanadas de las ocho, se procedía a la ejecución.

Una vez muerto el preso, y mientras todos los presentes en la ejecución firmaban el acta de muerte, un crespón negro se izaba en una ventana de la cárcel. Las campanas de San Pedro doblaban a muerto en ese instante, y enseguida se celebraban en el templo misas de Réquiem, al final de las cuales se cerraba la puerta del Perdón de la iglesia, y no era abierta de nuevo hasta otra ejecución.

Una vez acabada las misas, los fieles visitaban la imagen del Cristo del Perdón y de las Aguas, pidiendo perdón para el ajusticiado y depositando a sus pies unas limosnas, para la celebración de las misas que en su sufragio se oficiaban en la parroquia.

No sabemos cuando desapareció la Hermandad de Paz y Caridad, lo que si sabemos por el diario anteriormente citado del “Pueblo Manchego”, en su número del 19 de abril de 1911, que su junta directiva estaba formada por: Capellán: D. Horacio Cuartero Hermano Mayor: D. Jesús Díaz y Pozo; Tesorero: D. Vicente Caminero y Caminero; Secretario: D. Francisco Villalba; y como Vocales: D. D. Vicente Cazalla, D. Alejando Abad y Caminero, D. José María Tejado y D. Alfonso del Fresno.

 
En la fotografía podemos ver al párroco de San Pedro, D. Emiliano Morales, rezando un responso en la puerta del Perdón de la Parroquia de San Pedro, ante el cadáver de un preso que había ejecutado momentos antes. Diario “El Pueblo Manchego”, 30 de mayo de 1921

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