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domingo, 24 de diciembre de 2017

CUANDO LA MISA DEL GALLO ESTREMECÍA CIUDAD REAL


Decoración navideña en la Plaza Mayor en 1971

“Entonces se fomentaban las costumbres y había menos discotecas”, cuenta el canónigo de la Catedral, Pedro Pardo, al recordar la solemne Misa del Gallo de antaño. El párroco muestra su pesar porque ha desaparecido el encanto de aquellos entrañables actos religiosos de connotaciones altamente populares. “Ya no viene tanta gente. Hace treinta años salían los barrios enteros a la calle para celebrar la Nochebuena y cantar al nacimiento de Jesús en la Iglesia”, añadió con nostalgia.

En los barrios periféricos de la capital, como el del Pilar, comunidad de la que ha sido su párroco durante casi treinta años, se vivía con más espíritu la noche de la Misa del Gallo que en el centro de Ciudad Real. Pardo apela a su memoria y defiende, sin menospreciar a los que en esa época eran más pudientes, que las barriadas daban más énfasis a la Navidad. La celebración de la Misa del Gallo era sólo un ejemplo. El cura, que desprendía felicidad y satisfacción cuando evocaba aquellos momentos, relató como la iglesia del Pilar “se llenaba a rebosar”. “La mezcla de pequeños, jóvenes y mayores era maravillosa”. Dice. Sin embargo, la juventud adquiría, si cabe, el papel de motor. Así o deseaba y promovía el párroco.

Concurso de coros navideños convocado en el año 1963 por las delegaciones de Sección Femenina y Juventudes y realizado en el Teatro del Hogar Escuela Santo Tomás de Villanueva

Unas horas antes de que diera comienzo la Misa del Gallo los adolescentes cantaban por las calles de la barriada y llamaban a las puertas pidiendo el aguinaldo y “felicitando la Navidad”. La solidaridad se erigía como principal protagonista. Poco a poco, a medida que se aproximaba la media noche, los vecinos comenzaban a amontonarse en las inmediaciones de la iglesia. El recogimiento se hacía patente. Todos iban provistos de panderetas y tambores. Pedro Pardo recuerda que esperaban pacientemente a que sonaran los acordes de villancicos populares para acompañar al coro. “Fuimos de las primeras parroquias donde se cantó la Misa del Gallo a tres y cuatro voces, aunque no teníamos otra alternativa que interpretar canciones navideñas más conocidas para que los asistentes participaran”, dijo.

Belén instalado en la terraza del viejo ayuntamiento capitalino en 1971

 Una vez que concluía la función religiosa y se daba a besar al niño, quizás el único acto que se mantiene en la actualidad, los fieles se congregaban a las puertas de la iglesia. Era cuando los más jóvenes cantaban y bailaban. El cura recuerda que hasta sonaban jotas, seguidillas y demás piezas populares. Los más mayores se retiraban paulatinamente a sus casas mientras los más jóvenes ocupaban los salones parroquiales. “El ambiente era extraordinario y a veces nos hacía alguna visita la Guardia Civil, pero todo quedaba en eso”. Para ellos la noche no había hecho nada más que empezar, circunstancia por la que, parece ser, que fueron criticados por algunos sectores de la sociedad ciudarrealeña de los albores de los años sesenta.

Coros cantando al belén instalado en la terraza del ayuntamiento en la Plaza Mayor en 1969

A las 3 de la mañana en el belén de la plaza

Los chicos y chicas iniciaban una serie de rondas por la ciudad que culminaría con la llegada a la plaza del Generalísimo (actual Plaza Mayor) donde cantaban al Nacimiento que instalaba el Ayuntamiento.

La fiesta seguía hasta el amanecer, momento en que se consumían con avidez los siempre socorridos churros rociados de chocolate. La noche mágica había terminado. “Muchos de ellos se iban directamente a jugar al fútbol, otros a trabajar y, los menos, a dormir”, cuenta Pedro Pardo.

Pero esa Misa del Gallo ha pasado al recuerdo. En opinión del párroco el atractivo que ofrecen los programas de televisión le ha ganado la partida a la tradición. “La gente prefiere quedarse en su casa viendo la tele y disfrutando la Nochebuena en familia”, precisa. Además, los más jóvenes se marchan a los lugares de moda y viven la noche de local en local sin percibir, en muchos casos, que es el día en que se celebra una misa con motivo de la víspera de Navidad. “Se ha perdido ese ambiente totalmente familiar y alegre vivido en común entre los pertenecientes a una comunidad”, se lamenta.

Belén viviente de la Parroquia de Santiago en la Navidad de 1970

“Hasta la nieve acompañaba”

Pedro Pardo rememoró las noches frías de Nochebuena, cuando aquellos dedos rojos por el frío, casi con sabañones, tocaban sin cesar panderetas y zambombas. Las calles adquirían un encanto especial. “Hasta la nieve nos acompañaba”, dice con nostalgia. “Ahora el pueblo que va a la Misa del Gallo desaparece después de la función religiosa. Antes podíamos ser acusados de gamberros (así eran calificados por algún que otro sector de la capital) pero celebrábamos con regocijo la noche de la paz y amor por excelencia”, agregó.

Sin embargo, de aquel ambiente “sencillo” de hace 25 años no queda nada. Pedro Pardo piensa que es una lástima que en la actualidad se celebre la Misa del Gallo por tradición. En estas fechas los cánticos frente al belén del Ayuntamiento y el sonido de las panderetas acompañadas de zambombas se confunden con el recuerdo de todos aquellos que tuvieron la oportunidad de disfrutar de una Nochebuena distinta, sin duda más atractiva.

Mar G. Torrijos, diario “Lanza”, Extra de Navidad, 24 de diciembre de 1992

La calle Alarcos con las luces de Navidad en 1971

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