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martes, 17 de abril de 2018

CALLE MARÍA CRISTINA, ANTES MERCADO NUEVO (I)



La antigua calle de Mercado Nuevo es una de las que da acceso a la Plaza Mayor. Su nombre actual es de María Cristina, en recuerdo de la Reina de España, y con cuyo nombre se rotuló allá por los años veinte hasta nuestros días, con la sola excepción del período de República y guerra civil -1931-39-, en que volvió a tener el antiguo de Mercado Nuevo. Es esta corta calle una de las de mayor tránsito de peatones y vehículos de Ciudad Real, pero sobre todo de los primeros, pues no en balde han de pasar por ella quienes acceden a la Plaza procedentes de las calles de la Cruz, Calatrava y Toledo, que como se ve constituyen una buena parte de la ciudad. Por esta razón la calle de Mercado Nuevo o de María Cristina ha sido siempre eminentemente comercial.


Iniciamos el recorrido por el número 2, acera de la derecha saliendo de la Plaza. Recordamos en este primer inmueble la acreditada confitería "La Deliciosa", que era propiedad de los hermanos Bermúdez. Cayetano, hombre serio y circunspecto, se hallaba al frente del establecimiento, en el que tuvo muchos años como dependiente a Lorenzo García, a quien sus amigos llamaban cariñosamente “El Díptero”. El otro hermano, José, más conocido por Pepe "El Guapo", por su gran prestancia, estaba a cargo del obrador, en la calle del Cardenal Monescillo, frente al callejón del Huerto. Todas sus especialidades de confitería gozaban de fama por su extraordinaria calidad, pero destacaban principalmente los tocinillos, las capuchinas y los merengues, que se podían adquirir, estos últimos, por un patacón, o sea una moneda de diez céntimos de cobre, a la que se decía también un "perro", como a los cinco céntimos se le llamaba una "perrilla". Famosas eran también sus tartas o tortadas, de rico bizcocho y merengue como adorno, que se utilizaban mucho en las bodas y onomásticas. Sucesores de Cayetano Bermúdez -Pepe había muerto años antes- fueron sus dependientes Ángel González y Urcisino Lorenzo, quienes después de buen número de años traspasaron a su vez el establecimiento a su actual propietario Antonio Moreno Cid-Garrido, que ampliar el negocio con otras tiendas y un gran obrador.


En el número siguiente, el 4, nos encontramos en la actualidad con la "Perfumería Juanito", propiedad del popular Hermenegildo García, hombre de gran simpatía con las señoras y jóvenes. Este veterano comerciante, uno de los más antiguos de la capital, tuvo en su juventud gran afición por el ciclismo, en unión de otro joven muy popular igualmente en los años diez y veinte, Luis Bermejo, con quien solía organizar viajes en bicicleta, que entonces hacía furor entre la juventud. Pero la afición principal de "Juanito", como se le conoce por muchos al amigo Hermenegildo, ha sido la caza, en la que ha conseguido notables éxitos frente a las mejores escopetas. El primitivo dueño del establecimiento fue Saturío, luego Casa Genaro y posteriormente su viuda, hasta llegar al actual. En tiempos existió en dicho inmueble un heradero, por ser casa de labor que perteneció a doña Joaquina Ochotorena, dama que viviera muchos años en la calle de Calatrava y que emparentó con don Saturnino Sánchez Izquierdo.


En la misma finca estuvo muchos años la camisería de Próspero Pavón y también la acreditada Casa Ruiz Morote, de librería, papelería, óptica, etc., que aún sigue abierta al público, y que anteriormente estuvo en el número 4 de la calle de Calatrava, siendo conocida por doña Casimira, que atendía personalmente el negocio. Por los años veinte ocupaba estos locales de la calle de María Cristina el establecimiento de tejidos de Pepe Calero, que fue saqueado en la revuelta del año 1920, y con posterioridad lo tuvo Emiliano Casajús.


Pasada la calle de la Cruz, en el otro tramo de la misma acera, estuvo muchos años el establecimiento de comestibles "La Bola de Oro", propiedad de Ernesto Ruiz Sánchez, traspasado luego a Calzados "La Alicantina" y más tarde a Sastrería "Madrid", y en la misma esquina donde ahora se halla el acreditado "Tinte Madrid", propiedad del conocido industrial Virginio Herrera, estaba la papelería-librería de Pedrero, que vendía toda clase de artículos, sin que faltasen las bolas de cristal, que costaban diez céntimos. Luego se estableció allí la administración de Loteria núm. l, única por aquel entonces en Ciudad Real, propiedad de don Alberto Ruiz, de Fernancaballero, y que regentaba la popular Sofía López, gruesa y simpática a carta cabal.

Llegamos a la casa número 8, en la actualidad con cuatro plantas, tras demolerse el antiguo inmueble por los años veintitantos, a últimos de la década. Pero cuando solo tenía bajo y principal, como buen número de ellos, en los años 14 ó 15, en plena guerra europea, estaban allí establecidos los Almacenes de Policarpo Núñez, en donde se vendían, aparte muchísimos otros artículos, caramelos que tenían envueltas con alusiones a la guerra del 14, con figuras de los jefes de Estado, mariscales y generales y diversas y grandes figuras políticas de la época. Posteriormente sucedieron a los Almacenes Núñez los Almacenes "El Capricho", donde había de todo lo relacionado con la mercería en gran escala y cuyos dueños y fundadores fueron don Joaquín Rico y don Amando AIcantud, comanditados por una gran firma de Albacete, de cuya provincia eran naturales.


En el piso principal, en la segunda década del siglo, estuvo instalada la Redacción y Administración del diario "El Pueblo Manchego", que posteriormente se trasladaron a la calle de Calatrava. Lo dirigía por aquel entonces don Benito Valencia, siendo su sucesor don Francisco Herencia Mohino, joven y notable abogado que contrajo matrimonio poco después con una distinguida dama ciudarrealeña de la familia Oliva, y que luego fue muchos años director de la sucursal del Banco Español de Crédito, y alcalde de Ciudad Real en 1925. En otra vivienda del mismo piso principal tenía el taller de sastrería Jonás Sánchez, sargento de Artillería y acreditado maestro especializado en uniformes militares y muy principalmente en vestir a los cuotas, como se llamaba a los soldados que voluntariamente pagaban a la Hacienda una determinada cantidad de dinero a cambio de que fuera más breve su servicio militar. En la actualidad ocupan los bajos comerciales de este edificio los Almacenes Peñalta y el establecimiento Radioga, ambos muy surtidos en sus respectivas especialidades.

Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986


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